martes, 20 de abril de 2010

A.L.I.C.E.

GUSTAVO ARCINIEGA ALICE se encuentra bajo tierra, a 100 metros de lasuperficie terrestre rumbo al infierno dantesco. Para encontrarla hay que ir a la frontera entre Francia y Suiza, más precisamente entre la comuna de Meyrin en el Cantón de Ginebra y la comuna de Saint-Genis-Pouilly en el departamento de Ain. ALICE no es una mujer y ni siquiera es un humano, ALICE es Un Gran Experimento de Colisiones de Iones pero dicho en ingles “A Large Ion Collider Experiment ”, ahora dicho en términos menos técnicos y en español, ALICE es un experimento que se está llevando a cabo (sí, justo ahora, desde enero y hasta sabe cuándo) en uno de los laboratorios de investigación en física de partículas más importantes del mundo. Al centro se le conoce como CERN por sus siglas en francés (Conseil Européen pour la Recherche Nucléarie) y fue establecido en 1954 bajo un esfuerzo conjunto de 11 países del Oeste de Europa, en pocas palabras, no existe un dueño sino un conjunto de países que trabajan juntos financiando entre todos sus operaciones y tomando las decisiones de la organización. Ahora el CERN cuenta con 20 países miembros pero otros 28 países no miembros participan también con científicos logrando ser un ejemplo de cooperación científica internacional.


Volviendo a ALICE, resulta que nuestro personaje es sólo uno de varios experimentos que se llevan a cabo en el famosísimo LHC (sí, ustedes lectores están obligados moralmente a saber del LHC, ya lo dije, es famosísimo). El LHC es el experimento del milenio en el área de la física. El LHC es el país de las maravillas de la ciencia moderna. El LHC es el Gran Colisionador de Hadrones, pero, de nuevo, en inglés: Large Hadron Collider. El nombre responde a lo siguiente, tiene el adjetivo “Gran” porque consta de un túnel circular, bajo tierra, que tiene un perímetro de 27 kilómetros, es decir, si ustedes se montan en un carrito de golf dentro del túnel y lo recorren a una velocidad de 27 km/h, tardarán 1 hora en regresar al punto en donde iniciaron el recorrido, por eso es “Gran”. Tiene la palabra “Colisionador” porque la intención del experimento es poder colisionar partículas. Las partículas que colisionan son hadrones, los cuales son partículas mucho más grandes que los electrones (de ahí el término hadrones pues hadros quiere decir “grande” en griego), sin embargo no son cualquier tipo de hadrón el que se utiliza, las partículas que se colisionan son los protones y los iones de plomo (átomos de plomo con exceso o falta de algunos electrones) porque tienen carga eléctrica y porque para poder colisionarlos se requiere primero poder acelerarlos y dirigirlos de manera que lleguen a estrellarse en algún lugar deseado.


Bueno, la manera de acelerar partículas es utilizando sus propiedades eléctricas y magnéticas y para esto se utilizan imanes superconductores (imanes que se enfrían a una temperatura de -271.3ºC, es decir a 1.9 grados por encima del cero absoluto de temperatura, y que a estas temperaturas los electrones que tienen los imanes se mueven sin resistencia por parte del material, es decir, para no perdernos en tecnisismos, un imán superconductor lo podemos considerar como un “súper imán”).que aprovechan que tienen carga eléctrica las partículas para “jalarlas” y acelerarlas durante 20 minutos circulando a lo largo del túnel hasta que las partículas alcanzan una velocidad muy cercana a la velocidad con la que viaja la luz (¿alguna vez han visto la velociad con la que viaja la luz? Pues la luz viaja aproximadamente a 300,000 Km/s, es decir, recorre trescientos mil kilómetros en un segundo), para tener una idea de la velocidad que alcanzan, cada protón le da más de 11,000 vueltas al túnel de 27 kilómetros en un segundo (sí, en un segundo). Volviendo una vez más a ALICE, dijimos que ALICE es uno de los experimentos del LHC en donde se aceleran partículas con carga eléctrica en un túnel de 27 kilómetros. Las partículas se dividen en dos haces y se les hacen viajar en sentido contrario en el túnel hasta que alcanzan la velocidad cercana a la luz y se dirigen a un lugar donde los haces se encuentran y chocan entre sí. El choque lleva tanta energía que las partículas se “rompen” y el país de las maravillas se materializa, pero en lugar de sombrereros y conejos blancos, una pléyade de partículas nuevas aparecen y se aniquilan y suposiciones, que hasta el momento varias teorías de la física tienen, pueden ser respondidas o, por lo menos, dar pistas sobre ellas. Algunas inquietudes en la física como la materia oscura, que algunos científicos creen que permea el Universo, dimensiones extra, que existen en la Teoría de Cuerdas, el bosón de Higgs, tan importante en el modelo de partículas que tenemos actualmente, u otras pistas que darían qué decir en las teorías supersimétricas, se espera que sean respondidas, al menos en parte, por este gran experimento. ¿Y ALICE?, pues bien, ALICE es el experimento que intenta dar respuesta a una de las preguntas que se ubican en los momentos muy cercanos al Big Bang de nuestro Universo, me refiero a un estado de la materia conocido como el plasma de cuarks y gluones (cuarks son partículas más pequeñas que los protones y neutrones y que, de hecho, los protones y neutrones se encuentran formados por una combinación de tres de estos cuarks; los gluones son los responsables de mantener pegados a los cuarks para que formen a los protones y neutrones y otras partículas que se conocen).


Algo interesante de ALICE es que es un experimento en donde tenemos gente trabajando que pertenece al Instituto de Ciencias Nucleares y al Instituto de Física de la UNAM, gente de la Universidad Autónoma de Sinaloa, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados de México y Mérida, y de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. En ALICE hay colaborando más de 1000 científicos de 94 institutos diferentes de 28 países del mundo, pero en ALICE hay científicos de México y eso hay que tenerlo en cuenta pues es importante que la ciencia mexicana sea parte del país de las maravillas y no perdernos de las sorpresas que la ciencia tiene capacidad actualmente de realizar.


Se puede leer el artículo también en el Suplemento Cultural Guardagujas de la Jornada de Aguascalientes, he aquí el link: http://www.lajornadaaguascalientes.com.mx/guardagujas/?p=549

jueves, 15 de abril de 2010

La Jornada d. B. La historieta mexicana como un reflejo de la ciudad. El caso de La Familia Burrón.

En México, la historieta ha sido un campo fértil para quienes buscan abordar el estudio de la sociedad mexicana a partir de lo que se lee, a partir de la literatura de más fácil acceso; por ejemplo Irene Herner en Mitos y Monitos. Historietas y fotonovelas en México explica que en el año de 1977, se editaban en México, setenta millones de ejemplares de historietas y fotonovelas de los cuales, el ochenta por ciento eran “cuentos” y el veinte por ciento fotonovelas.[1] Y Aurrecoechea afirma que a mediados de los años ochenta el lector mexicano se convirtió en el mayor consumidor de historietas en todo el mundo cuando el promedio anual de lectura de historietas alcanzó los dos mil millones.[2]






Escoger la Familia Burrón como historieta específica para el análisis del artículo que aquí se propone responde fundamentalmente a que es, junto con El Libro semanal, la única historieta que permanece a la venta desde aquellos años de la década de los cuarenta con historias originales y no reediciones de números ya publicados como es el caso de Memín Pingüín o Lágrimas, risas y amor. Intentaremos analizarla a partir de las categorías propuestas por una lado, por Lewis en su Cultura de la Pobreza y por otro lado, por Armando Bartra y su estudio sobre la ‘utopía de la escasez’ y el sistema del campesinado o de los ‘orilleros’.

Gabriel Vargas presenta, en la inmensa mayoría de las entregas semanales, un capítulo enmarcado en el entorno urbano de la vecindad del Callejón de Cuajo y las calles de ese barrio, debe sobreentenderse claro, que esta vecindad y este barrio están inscritos en el Centro Histórico de la Ciudad de México y es, por tanto, el retrato de esos habitantes. Sin embargo, nos ha regalado también varios capítulos que se desarrollan en un contexto rural o de periferia radical, tal es el caso de la Colonia ‘El Terregal’ lugar de asiento de la pareja de pepenadores Don Susano Cantarranas y La Divina Chuy, o el pueblo ‘La Coyotera’ cuna del cacicazgo y dominio del mandamás Don Briagoberto Memelas.



De este modo, cada una de las lecturas hechas sobre estos autores, servirá para analizar lo urbano y lo rural, es decir, Lewis nos auxiliará para interpretar la historieta cuyos contenidos se desarrollen en la Ciudad y Bartra lo hará con el contexto rural. A continuación presentaremos el análisis de los textos propuestos y las categorías que servirán para nuestro estudio.

Antes de presentar el retrato de la familia urbana que presenta Vargas en su obra, debemos definir términos como vida cotidiana e imaginario. Para tal efecto echaremos mano de lo expuesto por Lefebvre y Ágnes Heller. Para Lefevre la vida cotidiana es “lo humilde y lo sólido, lo que se da por supuesto, aquello cuyas partes y fragmentos se encadenan en un empleo del tiempo [...] Es lo que no lleva fecha. Es lo insignificante.”[3] Esta insignificancia de acontecimientos supuestos resulta aparente cuando se estudia bajo la lupa de la Antropología de la pobreza de Lewis y se aplica a la historieta como un espejo de la realidad pues si bien aceptamos que existe una enorme distancia entre la vida cotidiana ‘real’ y lo narrado en la historieta La Familia Burrón, también sostenemos que la pobreza ha sido tan bien retratada en la literatura que el propio Lewis da cuenta de las valoraciones que del pobre se han hecho en ésta para su propio estudio y por tanto aplicar el sentido inverso a un mismo fenómeno puede resultar válido.

Genaro Zalpa afirma que los mexicanos reconocen que las historietas que leen no son más que cuentos, por tanto, no responden a sus realidades. Entonces ¿por qué son parte del mundo en el que el mexicano vive?, ¿por qué permean hasta la forma de hablar y la transforman?, ¿cómo explicamos que esas historias reconocidas como ficticias, y específicamente la obra de Vargas, han convivido con el mundo “real” de forma tan natural? La respuesta la da el mismo Vargas cuando reconoce que La Familia Burrón ofrece una alternativa al lector mexicano que busca identificarse ya que él “ha creado personajes mexicanos y los ha puesto en un auténtico ambiente mexicano.”[4]

El análisis de la historieta lo haremos entonces a partir de tres ámbitos de la vida cotidiana que estarán en continuo contacto con los imaginarios que se presentan en la historieta: a) El trabajo, entendido como la actividad productiva o profesional; b) La vida familiar y social, es decir, las relaciones afectivas y sociales y, c) El empleo del tiempo libre —el ocio y la cultura—.

a) El trabajo: la familia Burrón desde sus inicios en los que acuñó el nombre Los Burrón o vida de perro reflejaba todos los intentos que hacía Regino Burrón para obtener dinero a través del trabajo diario sin que dichos esfuerzos rindieran frutos. A lo largo de la historieta Vargas da cuenta del desempleo y la mala situación económica que viven los habitantes de la clase baja de la ciudad, incluso en el capítulo 17382 del 29 de enero de 1978, en voz de Borola, se queja abiertamente de las instituciones:

Esta maldita situación revienta a cualquiera. Puro bla bla bla, pero nadie que haga algo efectivo. Por todos lados se ven caras tristes y angustiadas. Los niños son los que me causan pena por no saber por qué sus padres les dan de comer sólo una vez al día. No sé qué nos está pasando a los mexicanos que no hacemos nada por defendernos.[5]

Problemas como la falta de agua corriente dentro de las viviendas o los problemas relacionados con la delincuencia y la inadecuada protección policiaca en la comunidad; bandas callejeras de perros feroces, vivienda precaria, analfabetismo son abordados abiertamente en la historieta.



En el No. 1547 (año XVIII, 29 de abril de 2008) Borola va con el diputado Chóforo Barreto para reclamarle la falta de servicios básicos en su vecindad y le pide que haga algo: “Mira Choforo, nuestro barrio es el más abandonado de México, es un verdadero muladar, así que vengo a pedirte ayuda para que gocemos de los servicios, a los que tenemos derecho.”[6]

La historieta utiliza de vez en vez un formato llamado ‘recortes’ para presentar una serie de denuncias sobre los problemas que presenta la Ciudad de México, incluso en las guardas de las portadas, se aprovecha el espacio para hacerle saber al lector que hizo bien al comprar la historieta pues en ésta se tratan los problemas de manera seria. Por ejemplo, la guarda que lleva el siguiente texto:

“bajita la mano... sí, porque entre broma y broma “La familia Burrón” le señala los problemas y lacras que padecemos. Todos los números que publicamos, hablan de cosas serias que suceden en nuestro país. Hizo muy bien en adquirir los libros de esta colección.”[7]

Vargas señala la vivienda precaria en la que viven Don Susano Cantarranas y la Divina Chuy, dos pepenadores alcohólicos; los asaltos continuos en colonias populares. Incluso nos da un consejo para no ser asaltados: “los rateros sólo asaltan a los tarugos, no a los que caminan abusados, moviendo los ojos como caracol”; los changarros que también son víctimas de las pandillas que piden dinero a cambio de ‘protección’; la corrupción que se manifiesta en mordidas o la utilización de funcionarios influyentes para obtener favores o servicios, por ejemplo, en el número 17311
[8] Borola consigue ser agente de tránsito gracias a la amistad que tiene con un alto jefe administrativo policiaco, incluso habla de algunos de los métodos de fraude electoral que incluyen la utilización de nombres de personas fallecidas en las listas de registro y la intimidación del electorado en las casillas de votación.[9]


Asimismo mantiene de manera casi heroica varios giros comerciales y gremiales como la construcción, gremio en el que en la historieta, se empieza desde lodero; el estanquillo como ese lugar en el que se encontraba desde una corcholata hasta la llamada telefónica que cambiaba la vida de cualquiera; el transporte colectivo (aunque sobre éste, la mayoría de las veces se queja); las pulquerías que se leen más vigentes que nunca.

b) La vida familiar y social: La Familia Burrón está conformada por cinco integrantes, Borola Tacuche de Burrón, la madre; Regino Burrón, el padre encargado de la peluquería ‘El rizo de Oro’; Macuca, la hija que siempre acompaña a su madre; Regino jr. o el Tejocote y Foforito, hijo natural de Don Susano Cantarrana y la Divina Chuy, pero que fue regalado a la familia Burrón.

Cada episodio se presenta a través de un epígrafe que presenta la situación, se describe la acción inicial de los personajes y se les deja actuar en estilo directo con Borola en la batuta, utilizando a Regino en el plano moral de lo correcto y lo honesto y completando el cuadro con el eterno retrato inmóvil y a veces desapercibido de los hijos. Para Monsiváis, el tema muchas veces se traslada al reino de lo ilógico y lo absurdo y se remata con un final que devuelve a Borola al plano cotidiano casi inmediatamente (en algunos episodios, Borola puede disfrutar de la oportunidad en turno por algunos días).

Hemos dicho que Borola es quien lleva todo el peso de la inmensa mayoría de los capítulos de la historieta, el mismo Vargas ha expresado la intención de que Borola tuviera el punto de vista feminista.[10] En varios números del año 1954[11] se narra la ascención de Borola hacia la fama como la “exótica loca” que inicia con un teatro improvisado en los lavaderos de la vecindad hasta que, gracias a su talento para divertir a la gente, se logra presentar en los teatros más importantes de la República mexicana bailando y cantando su famoso “así cuchichí, así cuchichí, así cuchichí” y afirma ser “la exótica más famosa de mil novecientos cincuenta y cuatro.”[12] Ya Lefebvre apuntaba que es en las mujeres en donde gravita el mayor peso de la cotidianidad y Monsiváis considera a Borola como la única pícara del siglo XX y la describe como:

Desfachatada y cínica, provista de una regocijante vanidad, a la energía de Borola nada la arredra: organiza peleas de box entre mujeres, convierte a su vecindad en arena de box o de lucha libre, es mujer de negocios sin capital adjunto, hace rifas fraudulentas (en uno de sus mejores episodios pasa junto a un carro último modelo, le coloca un letrero de “se rifa”, vende todos los boletos y se va), trabaja de cantante sentimental en una carpa, se lanza para diputada, por el cienavo distrito, gana, la despojan de su triunfo mediante el robo de las urnas y, encolerizada y con el apoyo de sus vecinas, se lanza a una insurgencia desarmada, la “revolufia”, con todo y toma de azoteas donde canta “La Adelita”, para asegurar “el frijol de sus chilpayates”. Casi a la fuerza, Borola, entre otras gracias, es una imagen simplificada de una especie hasta hace poco de moda, el político a la mexicana. [...] Es malvada, chismosa, falsamente solidaria, lo que haga falta. Incansable, dinámica, ama de casa que no se resigna a serlo...[sic.][13]

c) El empleo del tiempo libre: es en este apartado en el que Borola logra desenvolverse con mayor soltura, sobre todo cuando sueña que es rica y puede gozar siempre del ‘Champán para ricos’ y de un ‘ambiente de mucho despiporre’. Es el tiempo libre el que le permite a Borola experimentar formas inimaginables de obtener qué llevarse al comedor. (que en lenguaje burrón es la boca) Sin embargo se enfrenta siempre a la poca imaginación de la realidad y debe regresar a preparar la cena para su marido.

La historieta conserva, como ese imaginario colectivo largamente construido, las carpas y los artistas de barriadas como el maestro en ventriloquía Telesforeto Colín y su muñeco Pompeyo, los niños músicos como Sinfónico Fonseca, Aluvia Salpicón o el mismo Foforito, y ni hablar de las exóticas y las giras por toda la República, los recorridos diarios que siempre incluían un parque (limpio y con su fuente limpia también) donde uno podía apropiarse del espacio.

Si analizáramos cada uno de los personajes nucleares de la Familia Burrón muy bien encontraríamos aquellos rasgos que nos mencionó Lewis o las características de las que nos habló Bartra. Hagamos pues un pequeño intento.

Borola, si la analizamos a través de la propuesta de Lewis, vive sumergida en la subcultura de la pobreza pues si bien no presenta los sentimientos de desesperación, indefensión, desesperanza ni una estructura endeble del ego sino que muestra un continuo ingenio y la esperanza de que se puede, la decisión, en el plano individual aparenta independencia y autosuficiencia; logra ciertos niveles continuos de organización comunitaria pero, al ser tan poco duraderos, la regresan irremediablemente al sistema de la subcultura de la pobreza, por otro lado mantiene una visión de la vida en el presente inmediato, un bajo o nulo control sobre sus impulsos y una clara tendencia hacia la matrifocalidad.

Regino, a su vez resulta el contraste pues simboliza lo moral, el decoro, la propiedad, el respeto a las instituciones, al trabajo y al deber ser. Desde los primeros años de la historieta es desplazado por Borola aunque él sigue tratando de cambiar a su esposa: [Regino le dice a Borola] “al estar casada conmigo harás lo que yo disponga en bien tuyo y en el de mis hijos, [Borola le responde] ¡Oye, Oye! ¿Quién te autorizó a que te metas en mis asuntos?”
[14] Sin embargo también en el año 1954 Regino golpea fuertemente a Borola por no obedecerla.

Si bien ésta es la pareja protagonista, existen en la historieta muchos otros personajes que simbolizan diferentes aspectos de la vida cotidiana en la Ciudad e incluso aparecen personajes de ficción como extraterrestre o vampiros. El contraste social, por ejemplo, está simbolizado por la tía Cristeta, mujer ‘chorromillonaria’ que, en compañía de su inseparable secretaria y consejera Boba Licona y su cocodrilo Pierre, ocupa su vida en catar vinos, coquetear y luego despreciar a magnates internacionales, sin dejar de preocuparse continuamente por el hambre de los aztecotas, tanto así que en uno de los capítulo, envía víveres en cohetes espaciales rumbo a la Bondojito y Peralvillo. También como contraste, pero en sentido inverso, encontramos a Ruperto Tacuche quien, después de varias malas experiencias, ha decidido dejar de ser un ladrón, sin embargo los azules lo siguen persiguiendo, acosando, reprimiendo. Él tiene toda la intención de no volver a los malos pasos y Bella Bellota, su novia, y el hijo paralítico de ésta lo acompañarán siempre.

Para Bartra también hay mucho que decir de la historieta en tanto reflejo de la economía de la escasez. Briagoberto Memelas, el mandamás de ‘La Coyotera’, es el cacique por antonomasia, el representante de esa ‘institución’ que tanto terreno ha adquirido a lo largo de la historia de nuestro pueblo. Sin embargo, Vargas —quien nació en Tulancingo, pero se crió en la Ciudad de México— no nos muestra caciques criollos o adinerados, sino aquellos que tienen el puesto debido, por ejemplo, a su ‘aguante’ para la baba de oso (pulque pues):

Caperuzo y Caledonia mandan en el Valle de los Escorpiones porque son aún más prietos y salidores que el resto de sus muy prietos y salidores súbditos, y Briagoberto es el padre de La Coyotera porque en ese pueblo pulquero no hay quien le gane en seguirle la hebra al tlachicotón.[15]

Los caciques de Vargas son los que organizan al pueblo, los que hacen y deshacen, que se mantienen en continua comunicación con la comunidad entera, pues “el campo mexicano es socialmente denso y entreverado, un mundo de comunidades agrarias donde quienes ejercen hegemonías informales adquieren inevitablemente el talante de caciques.”
[16]


Para Bartra existen muchas analogías entre lo narrado en los capítulos del campo y aquellos en los que la situación a contar se desarrolla en la Vecindad del Callejón del Cuajo debido a que ambos ambientes, el rural y el periférico —por condición más que por ubicación— reproducen los mismos sistemas de supervivencia.

Si para Monsiváis la protagonista de la historieta es la Vecindad en tanto que micro y macrocosmos y, entendida como “el espacio clásico de la imaginación popular hasta fechas recientes” [17], Para Bartra el verdadero protagonista es el colectivo —ya sea urbano o rural—, esa humanidad profunda que mantiene sus añejas socialidades y que da cuenta de nuestra verdadera identidad, que aún encomia su origen agrario y resiste afianzándose cada vez más:

El México profundo –el México campesino e indígena– pervive y resiste tanto en La Coyotera de Briagoberto Memelas y el Valle de los Escorpiones del Güen Caperuzo, que son mundos propiamente agrarios, como en el Callejón del Cuajo de los Burrón y El Terregal de Susanito Cantarranas y La Divina Chuy, espacios urbanos pero tan telúricos e idiosincráticos como el que más.[18]

Ahora, si nos atenemos a Lewis, la protagonista será, indudablemente, la familia, esos cinco personajes, (unos más desdibujados que otros), que cada semana, reaccionan de maneras insospechadas para enfrentarse a la pobreza y que han hecho de ésta, su propio sistema, su ‘estilo de vida’, su cultura.

Aquí hemos dado un primer paso para una investigación que merece mucho más profundidad de análisis, sin embargo, ha sido muy satisfactorio descubrir que el mismo Bartra consideró la obra de Vargas digna de ser estudiada y dar cuenta de la capacidad de reflejo y conservación de imaginarios que parecen despedirse poco a poco de nuestra cultura urbana.












VI. BIBLIOGRAFÍA
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--------------------------------------- y, Bartra, Armando, Puros Cuentos, la historia de la historieta en México 1874-1934, México: CONACULTA-Museo Nacional de Culturas Populares-Grijalvo, 1988.

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------------------------------------------------------------ Puros Cuentos, la historia de la historieta en México 1934-1950, No. 3, México: CONACULTA- Grijalvo, 1988.

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[1] HERNER, Irene, Mitos y Monitos. Historietas y fotonovelas en México, México: Nueva Imagen, 1979, p. IX.
[2] Cf. AURRECOECHEA, Juan Manuel, “La historieta Popular Mexicana en la hora de su arqueología”, en http://www.pepines.unam.mx/index.php?vl_id_ensayo=5&seleccion=ensayos&vl_salto=1
[3] LEFEBVRE, Henry, La vida cotidiana en el mundo moderno, Madrid: Alianza, 1972, p. 36.
[4] HINDS, Harold E Jr. Y Charles M. Tatum, No sólo para niños. La historieta mexicana en los años sesenta y setenta, México: Instituto Cultural de Aguascalientes, 2007, p. 217.
[5] VARGAS, Gabriel, La Familia Burrón, No. 17382 (29 de enero de 1978), pp. 3-4.
[6] Ibid, No. 1547 (año XVIII, 29 de abril de 2008), p. 15.
[7] VARGAS, Gabriel, Op. Cit., Tomo VI, México: Porrúa, 2005, p. 35 I.
[8] Ibid, No. 17311 (12 de septiembre de 1976).
[9] Ibid, No. 16459 (17 de febrero de 1958).
[10] Entrevista a Vargas, 1978.
[11] Cf. Los números 16142, 16143, 16146, 16147, 16148, 16151, 16153, 16158 de La familia Burrón, año 1954.
[12] VARGAS, Gabriel, La familia Burrón, No. 16142 (2 de septiembre de 1954), p. 10.
[13] MONSIVÁIS, Carlos, “En los ochenta años de Gabriel Vargas”, en La Jornada Semanal, 10 de mayo de 1998. Tomado de www.jornada.unam.mx/1998/05/10/sem-monsi.html.
[14] VARGAS, Gabriel, Op. Cit., No. 16142 (2 de septiembre de 1954), pp. 28 y 31.
[15] BARTRA, Armando, “Una Mirada al campo desde el cómic. Gabriel Vargas en San Cirindango de las Iguanas”, en La Jornada del Campo, No. 5 (12 de febrero de 2008) (Suplemento de La Jornada).
[16] Idem.
[17] MONSIVÁIS, Carlos, “En los ochenta años de Gabriel Vargas”, Op. Cit.
[18] BARTRA, Armando, “Una Mirada al campo desde el cómic. Gabriel Vargas en San Cirindango de las Iguanas”, Op. Cit.